Estoy organizando mi semana y me doy cuenta de que ser emprendedora es todo un reto. Mañana tengo una reunión de trabajo con mi socia: mi mamá. Muchos me preguntan qué hacemos. Mi mamá es psicóloga clínica y yo me encargo del marketing: redes sociales, publicaciones, mensajes… soy su Community Manager.
Ella, por su parte, me acompaña como asesora en mi marca personal. Además, colaboramos en talleres mensuales para mamás e hijas adolescentes: revisamos contenido, planificamos y llevamos adelante proyectos de bienestar.
También estamos avanzando en varios proyectos a corto, mediano y largo plazo. Tenemos uno muy especial que esperamos lanzar en enero de 2026. Lo estamos preparando con mucho cuidado porque queremos que este hecho con excelencia.
Ser emprendedora me ha sacado completamente de mi zona de confort. No tengo oficina fija; mi oficina es mi compu. Trabajo desde casa, un café o un restaurante. No tengo sueldo fijo ni bonos, depende de mí creatividad generar ingresos. Eso requiere mucha responsabilidad con mis finanzas y proactividad todos los días.
A mis 26 años, me siento muy agradecida con Dios por este regalo. Camino con gratitud y segura de que Él me guía y abre las puertas. Hace unos años no sabía qué haría ni cómo me ganaría la vida; ahora me siento tranquila.
Estoy descubriendo caminos que antes no veía, y sé que no estoy sola: Él está conmigo.
Mis valores y convicciones me sostienen, y seguiré siendo disciplinada hasta lograr lo que me proponga. No lo digo desde el ego, sino desde la humildad de saber que esto es un regalo y un milagro. Solo puedo agradecer y ser el instrumento que Dios quiere que sea para llevar bendición a otros.
Gracias de corazón por leerme. Te mando un fuerte abrazo.
Con cariño,
Ani Martínez
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